Hasta que los libros nos separen

En las últimas décadas el erotismo ha ganado cada vez más terreno dentro de la literatura y aunque de una u otras manera siempre ha sido abordado por los escritores universales, pese a las censuras, realmente tiene poco de ser reconocido cómo género literario. La cobertura que se ha dado en este campo a la palabra escrita ha propiciado un mayor interés tanto en editoriales como en lectores y escritores.

El reconocimiento más concreto es que desde 1976 se creó, en España, el premio Sonrisa Vertical para galardonar a escritores de ambos sexos que se han inclinado por este género, lo que se ha convertido en un estímulo y motivación para que cada vez más se incremente esta corriente.

Venus y Cupido (1626) Artemisia Gentilleschi

Sin embargo, no podemos soslayar que uno de los obstáculos más consistentes que han impedido que esta literatura sea aceptada ampliamente por todos los estratos sociales, es la eterna interrogante que no ha tenido una respuesta convincente: ¿cuál es la diferencia entre la pornográfico y lo erótico?

Aunque muchos estudiosos han dado su propia definición de acuerdo a sus gustos, moral y manera de ver, vivir y experimentar el sexo. También están aquellos que opinan que no existe diferencia entre ambos conceptos. Pero, por cultura y costumbre, la connotación de las mismas palabras llevan a consideraciones muy diferentes, por ejemplo, la pornografía es la idea del lenguaje descarnado, de lo grotesco, soez y fútil, la que no deja nada a la imaginación. En cambio, erotismo conlleva a un lenguaje oculto, sutil, cálidoy la imaginación del lector trabaja más.

Pero entonces nos preguntamos, ¿dónde se clasificarían las novelas de Henry Miller, las Cartas a Nora Barcle de James Joyce, Elogio de la Madrastra de Vargas Llosa, La pianista y Deseo de Elfriede Jelinek, o aquel famoso libro de Memorias de una pulga de autor Anónimo, El Carnicero de Alina Reyes, etcétera? Así que aveces nos encontramos con una obra literaria clasificada de erótica con alguna de aquellas características con lo que se define lo pornográfico y es considerada una obra literaria y también pueden pasar muchos años para reconocer un libro que hasta fue censurado por quienes defienden la moral y después nos es presentado como excelente obra.

En fin, es muy complicado desenmarañar aquellos dos conceptos, pero lo que no se puede negar es que el erotismo, o el tema del sexo, se expresa de muy diferente manera por las mujeres y por los hombres.

Cada cual tiene un estilo particular de descifrar, de inventar, de imaginarse el sexo y finalmente de escribir sobre éste. No obstante, tenemos que reconocer que son más los escritores eróticos que las escritoras. Sin embargo, las mujeres que apenas comenzaron a interesarse a integrarse a este género se manifiestan como un reinvento o un descubrimiento de ellas mismas.

Pues a pesar de que tendrán más o menos unos 30 años de iniciarse dentro del erotismo literario. salvo contadas excepciones, rápidamente se ha incrementado la narrativa y poesía femenina que se expresa en torno al tema del sexo, una muestra de ello es que de los 22 premios que ha otorgado Sonrisa Vertical, siete han sido para mujeres; es decir, arriba del 30%.

Haciendo honor al reciente género literario desde la perspectiva femenina mexicana, las escritoras Ethel Krauze y Beatriz Espejo hacen una recopilación de 16 cuentos eróticos que denominaron: Atrapadas en la cama.

Reúnen plumas desde escritoras ya muy conocidas como Ángeles Mastreta, Luisa Josefina Hernández, Inés Arredondo, Aline Pettersson, Martha Cerda, Rosa María Roffiel, Rosa Nissán y las dos antologadoras, quienes no podían faltar, así como algunas más jóvenes, que no por ello demeritan en absoluto, como Ana Clavel, Carolina Luna, María Teresa Priego, Maries Anaya, Rosa Beltrán y Cristina Pérez-Stadelmann.

Es un libro fascinante que nos brinda un mosaico de narraciones que se abren a la intimidad femenina, delicada y placentera, que en ocasiones es rota por el dolor o el odio, otras se queda ahí en la última palabra dejando una ligera inquietud en el cuerpo.

Encontramos desde las escenas de una pareja heterosexual o lésbica o el complejo triángulo amoroso; así como la mascota que también entra al juego sexual o, la dama que por simple gusto tiene, con varones casuales, las mil y una aventuras.

Abunda la fantasía sexual aguda y deliciosa, cada cuento resume las experiencias de una mujer en la vida y sobre todo en la cama, hembras deseosas del amor, el sexo y la vida, pero también se mezcla el desencanto, las vejaciones, el abandono y el dolor en torno a la vida en pareja, la cual siempre tiene implícito el sexo de una u otra manera.

Entre dos (1967) Leonor Fini

La cama, ese mueble callado y lleno de secretos, tan propio de las mujeres, tan suyo es el móvil de este libro, de esta recopilación de narraciones eróticas, donde la parte femenina de la humanidad se encuentran atrapadas tanto para disfrutar de los más maravillosos deseos, como para descargar un torrente de lágrimas o un saco lleno de rencores y venganzas, aunque también se usan para soñar con los príncipes que nunca llegaron.

Leer este libro es encontrar el erotismo en una literatura nueva y fresca, además de descubrir a las mujeres en los más íntimo de sus ser, es como estarlas viendo frente al sexo y conocerlas en lo que gustan, en lo que sueñan y en lo que también sufren. Atrapadas en la cama en compañía de sus propios deseos, a veces con el amor y otras con alguien que sólo ofrece la delicia del placer, también las atrapa la soledad infinita que hace la cama más ancha, haciendo alusión a la canción de Joan Manuel Serrat.

Lya Miranda
Gaceta La Bohemia, Año 2, núm. 22, noviembre de 2006

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